Héctor pintó este libro de memoria. Se lo sabía desde hace muchos años, desde que el asma infantil lo hizo emigrar a Nicoya, donde sus pulmones no mejoraron pero sus ojos sí. Desde niño los ojos de Héctor se bebieron los cincuenta tonos del jaragual seco, los colores precisos de la densa falda del malinche, el paso gris del yunque de las nubes sobre los potreros pardos.
Para todas las edades.
Escrito por: Fidel Gamboa
Ilustrado por: Hector Gamboa